La idea es rodar por el anillo y por el carril bici hacia Colmenar, ir estirando las piernas y luego ya veremos. Lo vemos cuando estamos cerca de Colmenar, esto del carril es un aburrimiento y junto a la vía del tren una pistilla nos provoca prometiéndonos curvas sinuosas, irresistible. Un senderillo encerrado entre vallados de piedra y alfombrado con olorosos restos del paso de un rebaño de ovejas, nos lleva hasta los polígonos de Colmenar, no sin antes hacernos dudar de cruzar el arroyo Tejada, que baja con una corriente que asusta.
Pedaleando a lo largo de la vía del tren pasamos por multitud de regatos de agua, que corre feliz y vivaracha después de estas ultimas lluvias, lo mismo que el Manzanares a su salida del Embalse, ayudado por varios arroyuelos que lo alimentan y animan. Nosotros nos empapamos, salpicados y remojados en los muchos vadeos que nos toca hacer.
El fin de fiesta es apoteósico, descendiendo por el Arroyo Tejada ya nos olvidamos del chof-chof de las zapatillas que rezuman agua. Parece que por fin se han recuperado los cursos de agua, al menos por una temporada ya que además la sierra luce una nevada apreciable, mas abundante que cualquier otra de este invierno. Que primavera mas chula nos espera
Lo que nos espera ya mismo es el chiringuito, lo cogemos con ganas después de los casi 100 kms que nos hemos echado a las bielas.
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