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martes, 19 de mayo de 2009

SERRANIA DE CUENCA - 15/16 - 05 -2009

El fin de semana se presenta soleado y apetece hacer alguna ruta serrana para aprovechar estos primeros días de calor-calor y disfrutar de la naturaleza en su mejor momento, y como el colega Fernando Bicicalzada quiere explorar algunos caminos por la Serranía de Cuenca, cojo los trastos de pedalear y allá que me voy.
A las 10 de la mañana estamos en Las Majadas, pequeño pueblo al que se llega después de un trecho por una infernal carretera de montaña, y nada mas llegar nos disponemos para empezar la ruta. Prácticamente nada mas salir estamos rodeados de un inmenso pinar y el lozano verdor de las praderas alegra la vista, asi que avanzamos placidamente disfrutando de la silenciosa tranquilidad apenas rota por el persistente canto del cuco.
De cuando en cuando algún grupo de ciervos huye en cuanto advierte nuestra presencia y apenas nos dan tiempo a desenfundar las cámaras de fotos para llevarnos alguna imagen a casa. La ruta es una mezcla de pistas en buen estado con otros tramos en los que la rodada esta mas perdida, y tenemos que andar con cuidado porque los espinosos agracejos y aulagas abundan peligrosamente, tanto que acabamos pinchando varias veces. Una sinuosa vereda nos lleva en rápido descenso por un ramblazo que termina justo en las impresionantes vistas desde lo alto de los cantiles que se asoman sobre el río Jucar y la laguna de Uña.






Nos deleitamos un buen rato desde esta altura, viendo a los buitres despegar de las rocas por debajo de nosotros y ascender deslizándose sin esfuerzo. Durante un largo tramo la pista es un sube-baja bastante exigente, aunque la visión del cortado nos acompaña y distrae del esfuerzo, hasta que poco a poco el fondo de la barranquera va ascendiendo al encuentro de las cimas y alcanzan su nivel justo cuando llegamos a un rincón curioso, Los Callejones, una pequeña Ciudad Encantada que recorremos, callejeando entre los paredones que componen un peculiar laberinto con agradables rincones y estrechos pasajes.
Ya pesan las piernas y protesta el trasero, así que sin mas retrasos pedaleamos hasta el punto de partida. Nos alojamos en Uña, el albergue esta vacío y somos los únicos alojados. El entorno es agradable y tranquilo, tenemos chimenea en la habitación y cuando volvemos de cenar hace un calor agobiante pero estamos cansados y nos dormimos como si nada.







Por un euro barra libre para el desayuno, el albergue dispone de todas las viandas habituales : colacao, zumos, mermeladas, tostadas, magdalenas, sobaos…. de todo, así que bien alimentados nos ponemos en marcha antes de que empiece el calor. Ascendemos por una ladera con grandes espacios despejados entre pequeños bosquetes y nos cruzamos con un buen numero de ciervos que pastan tranquilos hasta que nos ven y trotan con cierto relajo hasta las espesuras.
La ruta es un exigente deambular por la multitud de pistas que se entrecruzan subiendo y bajando las laderas que rodean el contorno del embalse de la Toba, una alargada balsa que retiene el agua del río Jucar y que apenas vislumbramos de vez en cuando al fondo de la multitud de valles, vallejos y barrancos que cruzamos en nuestro errante rodeo. Toda la zona es un agreste bosque de pinos, con algunos portentosos ejemplares de enebros de troncos retorcidos y ajados, el pertinaz cuco insiste con su profundo soniquete y una liebre miope se nos acerca distraída sin percatarse de que estamos delante de ella.






Buscamos y localizamos un geocaché, aunque no lo cogemos porque esta bastante mal situado y es peligroso acceder a el así que ahí se queda sin abrir. Asi vamos pasando el día, hasta que el cansancio empieza a hacer mella, tenemos un par de perdidas por senderos sin salida y acabamos buscando la mejor forma de volver lo antes posible y con el menor esfuerzo, lo que conseguimos tomando una carreterilla que nos lleva hasta el pequeño pueblo de Beamud, y desde aquí pedaleamos cansinos por el asfalto hasta Uña, donde unas cervecitas nos reaniman. Yo me vuelvo a casa, pero Fernando se queda un par de días por aquí, ya nos contará que tal le ha ido.

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